Fuente: Blog de Araya
9 de Diciembre, 2009
Mientras la producción de droga sufre un fuerte aumento, la ONU manipula
los datos. Lo denuncia la Asociación italiana Libera.
De los secuestros de activistas musulmanes en Europa al tráfico de droga
en Colombia. En el trabajo sucio de la CIA, agencia de inteligencia de
Estados Unidos, se aprovecha todo. Hasta los aviones empleados por el
gobierno EEUU en las operaciones de “entregas extraordinarias”: el
traslado al campo de concentración de Guantánamo o a las celdas de
tortura en Oriente Próximo para los presuntos integristas, previo juicio
o sin él, por complicidad con los terroristas de Al Qaeda.
Resulta que algunos de esos aviones han vuelto a aparecer en las rutas
clandestinas que unen América del Norte con las zonas de cultivo o
tránsito del oro blanco. La herencia que deja la administración de
George W. Bush al mundo es ésta: un nivel de producción y difusión de la
cocaína fuera de control, que se ha producido por culpa del fracaso
contemporáneo de los estudios y previsiones de la agencia antidroga de
las Naciones Unidas, la Oficina contra la Droga y el Delito (ONUDD), con
sede en Viena, dirigida por el italiano Antonio Maria Costa, principal
organismo mundial que, mediante sus informes anuales debería monitorar
las actividades de los narcos y trazar la política de lucha contra
ladroga de los gobiernos. Un estudio de Alessandro Donati, antiguo
dirigente del Comité Olímpico italiano (CONI) y asesor de la Agencia
Mundial Antidoping, ha comprobado los datos que suministra la ONU sobre
tráfico de coca, y ha descubierto que las cifras están distorsionadas a
la baja. Un gran agujero en los números que conduce a subestimar la
cantidad dedroga en circulación justo en el periodo en el que, también
en Italia, el polvo blanco se ha convertido en una sustancia de consumo
amplio, empezando por los chicos que hacen bachillerato. Los precios de
las dosis disminuyen y la ‘Ndrangheta [mafia de Calabria, N.d.T.]
alcanza la cumbre de las importaciones en Europa.
Bajo cobertura
Conviene comenzar por las operaciones secretas que se desarrollan entre
Colombia y Estados Unidos. He aquí que aparecen surcando los cielos los
mismos aviones utilizados por la CIA para transportar prisioneros a
Guantánamo. Cosa ya conocida. Todo está en Internet. L’Espresso ha
seguido las huellas. Partimos de un accidente que ocurrió en México y
hemos seguido con las listas difundidas por el ministerio de Transportes
británico sobre presuntos vuelos de la CIA en Europa.
El 24 de setiembre de 2007 un Gulfstream II, lujosísimo jet de negocios,
atraviesa el espacio aéreo mexicano. Los pilotos se dirigen hacia el
norte, hacia la frontera con EE.UU. Pero al poco rato se dan cuenta de
que tienen problemas. Tal vez han escogido una cota demasiado baja al
tener que esconderse de los radares. De ahí que los dos motores hayan
consumido más de lo previsto. Tienen que aterrizar lo antes posible,
aunque la carga que han distribuido homogéneamente entre los asientos no
es de las que se puede declarar en la aduana: 126 maletas con un total
de 3 toneladas y 300 kilos decoca ína purísima. A lo mejor la causa del
consumo excesivo es precisamente esa sobrecarga, que equivale a 41
pasajeros, cuando este tipo de avión suele llevar 14. Los dos pilotos
piden autorización para aterrizar en Cancún. El aeropuerto deniega el
permiso. Lo intentan de nuevo con Mérida, que está a algunos minutos de
vuelo. Permiso también denegado. El avión pierde altura y ya sin
carburante se acaba estrellando en medio de la selva de la Península del
Yucatán. El fuselaje se rompe en tres partes. La carencia de gasolina
evita la explosión. Los dos pilotos y el tercero a bordo se salvan.
Cuando los encuentran los militares al cabo de unas horas, piden que se
contacte con el consulado de Estados Unidos. “Son yankis”, intuyen
enseguida los soldados. Encuentran entre los restos del avión las
maletas llenas decocaína. Hasta aquí llegan las noticias oficiales. La
prensa local cuenta que el Gulfstream había partido de Rionegro,
Colombia, que no es más que el municipio que alberga el aeropuerto de
Medellín, una de las capitales de los narcos.
También la matrícula del avión es estadounidense: N987SA. Cuando los
investigadores mexicanos y los periodistas escriben la sigla en los
motores de búsqueda de Internet, salta la sorpresa. El avión aparece en
las dos listas que el ministerio de Transportes de Londres ha entregado
al Consejo deEuropa a propósito de las investigaciones sobre los vuelos
de la CIA y el secuestro de ciudadanos sospechosos de tener vínculos con
el terrorismo. Entre 2001 y 2004 el Gulfstream vuela 18 veces entre Gran
Bretaña, Irlanda, Francia y, según los registros estadounidenses, entre
los Estados Unidos y Guantánamo. Hasta el día del accidente en México,
el avión pertenece a sociedades implicadas en tráficos conColombia o en
servicios gubernamentales.
Otro avión de la CIA es empleado en noviembre de 2004 para transportar
más de una tonelada de cocaína a Nicaragua. Tras un aterrizaje en un
campo de algodón, algo sale mal y abandonan el Beechcraft 200 con
matrícula N168D. Esa misma sigla aparece en los documentos de la
comisión de investigación del Europarlamento, dirigida por el italiano
Claudio Fava, sobre secuestros de persona de los agentes secretos de
Washington enEuropa . También aparece en la lista del ministerio de
Transportes británico, con vuelos a Iraq, Grecia, Italia (Cagliari),
España, Portugal, Alemania e Islandia. Entre 2002 y 2004 la matrícula
N168D figura como propiedad de la Devon Holding & Leasing, que, según la
investigación del Parlamento Europeo, es una sociedad tapadera del
gobierno EEUU. En esa red intrincada de operaciones ilegales y
complicidades de agentes secretos corruptos se ven implicados
másaviones: entre ellos, un viejo DC 9 con 5 toneladas y media de coca
ína a bordo, que aterrizó por culpa de una avería en México en abril de
2006. Los pilotos huyeron. Las autoridades aeronáuticas de Washington
tardaron semanas en revelar quiénes eran los dueños. Luego resultó que
era una sociedad en contacto con la CIA que, justo unos días antes del
vuelo cargado decoca, había vendido el DC 9. Hay gran demanda de medios
para transportar la droga desde las zonas de producción a las zonas de
distribución hacia EEUU y Europa. El 16 de diciembre de 2008 en el
estado mexicano de Sonora, en la frontera con EEUU, secuestran siete
aviones equipados para la fumigación de cultivos. No deberían estar en
ese lugar, pues se habían asignado para operaciones antidroga
enColombia, pero alguien los empleó después para el transporte de coca
hacia Estados Unidos.
Documentos falsos
La tabla publicada en la página 35 muestra el hábito de los expertos de
Naciones Unidas de retocar los datos publicados sobre producción de
cocaína en el mundo. Tomemos el caso de 2004: ¿cuántas toneladas se
produjeron: 687, 937 o 1008? El estudio de Alessandro Donati, promovido
por la asociación antimafia Libera de Don Luigi Ciotti, demuestra que
los números que publicó la agencia de Viena, además de estar retocados,
están falseados a la baja. Igual ocurre con los que divulgó el gobierno
de Estados Unidos. Durante todo 2008, día tras día, a través de
Internet, Donati fue recogiendo datos sobre decomisos decoca,
plantaciones destruidas, refinerías descubiertas y precursores químicos
interceptados en Colombia y el resto del mundo. Datos oficiales
publicados por sitios gubernamentales, mandos militares y policía. Salta
a la vista que las cuentas no cuadran. Sólo en lo relativo a las
incautaciones en el mundo de clorhidrato decoca , la sustancia acabada,
en 2008 se alcanzan 778 toneladas. La ONU no ha establecido todavía el
cálculo para 2008, pero para 2007 declaró una producción de clorhidrato
decoca de 994 toneladas, de las que 600 se referían a Colombia. De ser
ciertas estas cifras, significaría que la coca ína decomisada en 2008
equivaldría al 78,26% de la producción planetaria de 2007. Es decir: un
éxito indiscutible de las políticas antidroga mundiales que, en cuanto a
la cultivación de las plantas de “erythroxylumcoca”, se reducen a una
única política: el control de los Estados Unidos, a través de la guerra
contra los narcos, de Colombia y México, además de los intentos de
influir en otros países de la región como Venezuela.
En lo relativo a la
cocaína, los gastos de Washington los encabeza el Plan Colombia ,
emprendido en el año 2000: 4.500 millones de dólares pagados por los
contribuyentes estadounidenses para operaciones militares declaradas o
secretas, destrucción de plantaciones e introducción de cultivos
alternativos. Sin embargo, aumentar las previsiones sobre producción de
coca y acercarlas a los datos reales significaría denunciar ante los
contribuyentes el fracaso del Plan Colombia. Quizá es por ello por lo
que los datos de la agencia de Viena de Naciones Unidas coinciden, salvo
alguna pequeña excepción, con los que divulga el Departamento de Estado
estadounidense. Así y todo, a base de retoques al alza para evitar que
la cantidad dedroga incautada supere la producida, el resultado sigue
siendo igualmente asombroso. La ONU (seguida por el Departamento de
Estado) declara en efecto una producción de 300 toneladas enColombia en
2006, y 600 en 2007. Dicho de otro modo: la intervención de los Estados
Unidos y la llegada de fondos de Washington provocaron que se
reduplicara la producción de cocaína. Pero la realidad de las cifras y
de los narcodólares en juego es mucho más dramática. ¿Quién ha alterado
los datos? Y sobre todo, ¿por qué?
Los laboratorios clandestinos
Nadie ha denunciado jamás el fracaso del plan de Washington que, con sus
efectos en el tráfico, afecta también a Europa. No lo hizo la oficina de
la ONU, cuya dirección se encargó primero a Pino Arlacchi y ahora a
Antonio Maria Costa, y sin embargo, la agencia de Viena bien que contaba
instrumentos para hacerlo. Contaba asimismo con financiación para ello:
332 millones de dólares de presupuesto en 2008. Entre los financiadores
figura en primer lugar la Comisión Europea, segundo Canadá, tercero
Estados Unidos, por delante de Suecia, Italia y Holanda. El estudio de
Libera examina, entre otros muchos aspectos, la actividad de los
“cristalizaderos”: los laboratorios clandestinos donde la pasta de coca
se transforma en clorhidrato. “A lo largo de 2008 -escribe Donati en el
resumen que se publicará en el número de febrero de Narcomafie- se
registraron en Colombia 2.338 acciones antidroga que consistieron en el
descubrimiento y la destrucción de más de 3.400 laboratorios del
producto intermedio y de 311 cristalizaderos…
Las autoridades formularon
la previsión de la producción mensual para 152 cristalizaderos, esto es,
para la mitad del total”. También este dato desmiente los datos de las
Naciones Unidas: “sumando las 152 estimaciones -explica Donati- se llega
a un total de 599 toneladas y 494 kilos de producción mensual de
clorhidrato de cocaína”. En un solo mes se alcanza la producción anual
estimada por la ONU (600 toneladas). Añádase a lo anterior la producción
de otros cristalizaderos secuestrados y a otros que jamás se han
descubierto. El estudio de Libera hace el siguiente cálculo: “El
resultado final de la elaboración permite considerar que los 311
cristalizaderos destruidos en Colombia produjeron en 2008 al menos 1.400
toneladas de clorhidrato de cocaína… Una estimación de la producción
colombiana para 2008 de al menos 2.000 toneladas ha de considerarse
prudente, por más que sea tres o cuatro veces mayor del cálculo de la
ONU y cuatro o cinco veces mayor de los de Estados Unidos”. Las
investigaciones antimafia italianas también desmentirían las cifras de
la agencia de Viena: la cantidad anual que trafican en Europa la camorra
y la ‘Ndrangheta es 600 toneladas.
Las cuentas tampoco cuadran si se considera la superficie de cultivo
destruida con veneno, que, encima acaban con quienes viven en la zona:
el 4 de agosto de 2008 en el departamento de Vichada en Colombia se tuvo
noticia de la muerte de 25 niños de comunidades sikuanos, guayaberos y
nukak después de las operaciones de fumigación. “La manipulación
sistemática de datos efectuada por la oficina ONU para la lucha contra
la droga junto con las autoridades estadounidenses -comenta Donati- ha
ido en una única dirección: rebajar los datos hasta el extremo de hacer
que sus valores fueran grotescos. Esta perversidad no se puede explicar
sólo con la necesidad de demostrar que el papel que han desempeñado en
la lucha contra la droga ha sido eficaz. Los expertos estadounidenses
han tenido años de tiempo a su disposición para corregirse. Si no lo han
hecho, se debe concluir que el verdadero objetivo del Plan Colombia era
otro: echar mano a la pasta. Por tanto, partes del estado engañaron al
Congreso estadounidense”.
La conclusión escrita en un informe de la comisión de asuntos exteriores
del Senado de EEUU es casi la misma: “La falta de pruebas evidentes de
avances documentados en la guerra contra la droga y en la neutralización
de los grupos paramilitares es desconcertante -escriben los senadores-
considerando los miles de millones de dólares que ha aprobado el
Congreso para financiar, desde 2000, la lucha contra la droga y la
destrucción de las plantaciones”. Entre las firmas, está la de un
senador que desde hace poco es el responsable de lo que se hará o se
dejará de hacer en el futuro. En el documento, su nombre es el último
por abajo: Barack Obama.