EL BOLETIN DE ENCOD SOBRE POLITICAS DE DROGAS EN EUROPA
NR. 47 ENERO DE 2009
UNA BATALLA EN CONTRAVIENTO
Al paso del año 2008 al 2009 miramos tanto atrás como adelante. ¿Hemos establecido cambios duraderos en todos los eventos, conferencias, simposios y con todas las otras actividades que realizamos en 2008? Por supuesto es imposible saberlo con seguridad.
Sí logramos enfocar la atención del foro internacional en materia de la política de drogas (es decir, todos los funcionarios, políticos, voluntarios, expertos y ciudadanos con un interés en la política de drogas) sobre los temas más importantes: reducción de daños, derechos humanos, y sobre todo la regulación después de la abolición de la prohibición.
La situación internacional es menos estable de lo que ha sido durante mucho tiempo, tanto económicamente como en el sentido político más amplio. ¿Será ello un apoyo a nuestra causa, o más bien nos frenará? La actual crisis económica no deja de recordarnos a los años 1930 cuando se abolió la Ley Seca en Estados Unidos. Ciertamente esta decisión fue motivada por las necesidades económicas. ¿Veremos una repetición de este escenario al nivel mundial en el teatro de la política de drogas de la ONU? ¿O es que la guerra mundial a las drogas ha llegado a ser intocable debido a su poder corruptivo persuasivo, y sagrado por su reclamo popular pero falso de que es moralmente correcta?
Probablemente obtendremos el comienzo de la respuesta a estas preguntas en marzo de 2009, cuando se concluirá el “Año de Reflexión” sobre los resultados de la UNGASS de 1998. Es verdad, la propia evaluación de la ONUDD era parcialmente honesta: los objetivos de la UNGASS de 1998 no han sido logrados. Sin embargo, la conclusión triunfante de la evaluación de Costa, es decir que el problema mundial de drogas ha sido “contenido” por el control internacional de drogas, es tanto superficial como falsa.
Falsa, porque la supuesta contención solamente ha ocurrido en algunos de los países más desarrollados, mientras que en otras regiones continúan incrementando los problemas relacionados a la prohibición de drogas. Superficial, porque no hay ninguna razón para ver la estabilización de los niveles de consumo, incluso allí donde efectivamente ocurrió, como una consecuencia de cualquier política. Después de la introducción de un nuevo intoxicante o droga eufórica, los niveles de consumo tienden a montar durante algún tiempo, a menudo muchos años, y luego se estabilizan porque la demanda ha llegado al punto de saturación. Obtener esta estabilización no es un éxito de la política de drogas. Ocurre naturalmente.
Este es uno de los cambios que ha tenido lugar en los últimos años en la argumentación, en la línea de razonamiento en el debate sobre la política de drogas: la influencia de la represión sobre los niveles del consumo de drogas definitivamente ha sido expuesto como un mito.
Lo mismo se aplica a otro argumento crucial: el reconocimiento de que los riesgos de salud relacionados al consumo de drogas no requieren la prohibición, sino la regulación. Esta respuesta inversa a una de las más importantes justificaciones de la prohibición se está extendiendo lenta- pero seguramente.
Juntos, estos dos elementos son suficientes para muchos ciudadanos interesados de ver la futilidad y la peligrosidad de la prohibición de drogas.
El problema es que pocos políticos están dispuestos a aceptar esta destrucción de la mitología de la prohibición de drogas. Muchos políticos saben que la represión causa efectos enormemente dañinos, y pueden entender que la prohibición no logrará controlar los mercados de las drogas, pero demasiados de ellos continúan a ver esas políticas como instrumentos esenciales para sus carreras políticas. La gran pregunta es cuánto tiempo durará todavía antes de que ellos logran comprender en su totalidad la verdad inconveniente de que la prohibición de drogas no puede ser más justificada con argumentos razonables.
Ello fue claramente demostrado a principios de 2008 por el Director Ejecutivo de la ONUDC, Costa, que no logró explicar los bajos a medianos niveles de consumo de cannabis en los Países Bajos. Y en el reciente Tribunal del Cannabis en La Haya, los argumentos producidos por los políticos cristianodemócratas fueron formalmente considerados como siendo nada más de sentimientos, impresiones, convicciones morales sin argumentación válida.
En el foro de las Naciones Unidas, como también dentro de la Unión Europea, continuará siendo una batalla en contraviento. En nuestras experiencias en los diferentes países europeos, encontramos suficiente apoyo y avance para mantener la fuerza y la convicción para continuar esta batalla, pero deberíamos estar preparados para unas decepciones serias. El balance del poder político está en constante cambio en todo el mundo, desde la dominación occidental a formas de cooperación entre estados en las que poderes regionales jugarán papeles más importantes que ahora.
Con el cambio esperado de política en los EEUU esto puede llevar a diferentes opciones. La China está abriéndose poco a poco a la reducción de daños por ejemplo,pero ello no implica ninguna mejora en la protección de los derechos civiles de los consumidores de drogas.
En la Unión Europea, la lucha entre los partidarios de mayor centralización o descentralización continúa. Incluso cuando la probable aceptación del Tratado de Lisboa acabará efectivamente con la independencia jurídica de los países individuales, la división de poder entre gobiernos nacionales, regionales y locales continuará siendo área de conflicto. Ello es mostrado por la preferencia por soluciones pragmáticas como los Cannabis Social Clubs en las regiones vascas y catalanas, y por la abierta oposición contra el plan oficial del gobierno nacional holandés para reducir el número de coffeeshops por la mayoría de aquellos gobiernos locales que actualmente tienen los problemas debido al estatus semi-legal del cannabis.
En el año próximo, los esfuerzos de ENCOD continuarán enfocados a demostrar las inconsistencias entre políticas y realidades locales, a proponer la forma de comprender estas realidades, y en fortalecer el movimiento de personas que se dedican a promocionar políticas de drogas más justas y eficaces.
Por Fredrick Polak