BOLETIN ENCOD SOBRE POLITICAS DE DROGAS EN EUROPA
FEBRERO DE 2012
HASTA EL FIN DEL MUNDO PROHIBICIONISTA
En Italia la guerra a las drogas ha sido bastante efectiva en masacrar a algunos sectores de la población, incluyendo a muchos que se encuentran en prisiones y en otros lugares de nuestro sistema penal. La ley Fini-Giovanardi de 2006 ha eliminado cualquier diferencia en la política con respecto a la heroína o al cannabis. Esta última sustancia desde entonces ha llegado a ser la más atacada, a la que corresponde el 70 % de todas las persecuciones por drogas. las imágenes de horror de algunas de las víctimas de abusos han circulado en los medios de comunicación del mundo y los problemas de sus familias ahora constituye una parte importante de nuestro trabajo político. Además, nuestro sistema carcelario está a punto de explotar y grandes áreas de Italia están bajo la influencia de organizaciones criminales.
Probablemente, estas son las razones por las que los grupos de reforma a la política de drogas en Italia consideran la 55a reunión anual de la Comisión de Estupefacientes de la ONU (a celebrarse desde el 10 al 16 de marzo, 2012, en Viena) como el punto de partida de un viaje que llevará la humanidad hasta el fin del mundo prohibicionista.
Ahora podemos ver que las personas que se resisten a las siniestras tendencias en nuestro mundo son precisamente los que serán capaces de cambiarlas, y que esta masa crítica puede llegar a ser una mayoría. Al final de cuentas, la injustica tiene nombre y dirección y es el Vienna International Center en la Wagramstrasse. La democracia en la política de drogas ha sido abandonada por la mayor parte de las instituciones públicas incluyendo la Unión Europea y las Naciones Unidas. La política de drogas ha sido convertida en un área libre de ciencia.
Mi país ha sido recientemente afectado por una especie de golpe de estado que ha vaciado nuestra democracia, poniendo nuestro país bajo la vigilancia del Banco Central Europeo y creando una régimen de economía de shock controlada por la prohibición, la industria farmacéutica, la mafia, el vaticano y otros grandes poderes.
Italy parece completamente incapaz de resolver muchos dilemas, tales como las prisiones sobrepobladas. La administración no quiere normalizar los mercados de las drogas, que figura entre los más ricos de Europa. Una medida que, de acuerdo al profesor Marco Rossi de la Universidad de Roma, podría tener beneficios increíbles para nuestro presupuesto. Pero tal acción podría resultar demasiado razonable, visto que el gobierno hasta decidió a dejar la idea de poner impuestos a decenas de miles de instituciones católicas comerciales mientras que un gran número de prisioneros de la guerra a las drogas están encerrados en celdas de menos de 3,5 metros cuadrados, solamente la mitad del espacio al que según la ley tienen derecho.
El miedo es una de las armas más poederosas del sistema. En Italia ha llegado a ser un “virus que produce enfermedad y beneficios” gracias a los 4000 nuevos casos de VIH. Ello representa una oportunidad de oro para la industria farmacéutica, tal como fue denunciado por dr. Agnoletto de la Liga Italiana anti-Sida Lila quien dijo a la prensa que las medidas de reducción de daño han sido ignoradas a fines de asegurar los beneficios financieros.
No es de sorprender que muchas ONGs están involucradas en estos asuntos y que grupos poderosos internacionales han hecho posible la nominación de Andrea Riccardi como Ministro de Integración y Políticas de Drogas en el nuevo gobierno italiano. El resulta pertenecer perfectamente en este enredo, siendo fundador de la Comunidad de St. Egidio, la sede informal de las Naciones Unidas en Roma y conocido internacionalmente por su fuerte involucración en África.
Su empresa lanzó el programa ‘Sueño, Fortalecimiento de Medicinas contra la Malaria y Desnutrición’, cuyo centro en Malawi ejecuta la circuncisión en niños masculinos. Reclama que su política de circuncisión ha reducido con 60% el riesgo de transmisión de la infección VIH porque “someter a niños a la circuncisión hoy significa tener mucho menos personas en riesgo de ser infectadas por el VIH mañana.”
Todos saben que los instrumentos más eficaces de prevención están siendo ignorados al propósito por la Iglesia católica y que anualmente 5,8 millones de personas se infectan con el VIH o mueren del SIDA también debido a los esfuerzos de la Iglesia Católica para frenar cualquier paso para mejorar la educación sobre el sexo y las drogas.
De acuerdo a la empresa de Riccardi, la circuncisión representa “otro pedacito de la rompecabezas para apoyar al sueño de hacer crecer una generación sana en África y construir un futuro en el que la infección del VIH será derrotada.” Suena justo como los otros programas religiosos amoyados por la Comunidad en las reuniones de alto nivel de la ONU.
Lo interesante es el fortalecimiento proclamado de las drogas farmacéuticas está acompañado por una mezcla de “asistencia armada”. De acuerdo al periódico ‘Il Manifesto’, Sr. Riccardi ha ”logrado desde el principio combinar armas y solidaridad facilitando que las empresas italianas pueden vender grandes cantidades de armas a los mismos países involucrados en las acciones de ayuda humanitaria”. Esa estrategia de apoyo mutuo permite a la industria de guerra a que anuncia públicamente que “la solidaridad no tiene límites. Ni geográficos, ni políticos, ni religiosos”.
El proyecto también está financiado por los bancos más importantes involucrando el comercio de armas, mientras “Sueño” también se patrocina por Glaxo, Boehringer, Merck y Farmindustria. Todas ellas pertenecen a las 39 empresas que piusieron pleito contra el gobierno de Sud África cuando éste motivó a las empresas locales a producir medicinas de bajo costo contra el SIDA.
El caso de Italia y su relación a África demuestra como la guerra a las drogas está conectada a través de sus consecuencias llamado ‘inesperadas’ con los muchos intereses de la cooperación internacional, la industria farmacéutica, y la industria de guerra a fines de aumentar el sufrimiento y el dolor y no para reducir las causas.
Por: Enrico Fletzer