Recogida de firmas para Juan Manuel Rodriguez Gantes
Juan Manuel Rodríguez Gantes, un joven gallego de 32 años de edad, lleva los últimos 17 confinado en una cama de hospital por una lesión medular.
Aparte de la inmovilidad que conlleva este traumatismo, el paciente de la habitación 516 del CAMF (Centro de Atención a Minusválidos Físicos) de El Ferrol sufre dolor neuropático, una de las formas de dolor más jodidas de sobrellevar. Da la casualidad de que el cannabis fumado, por mucho que les pese a moralistas y beatos, es uno de los paliativos más eficaces para muchos de los pacientes que sufren dolor neuropático y no responden a otros analgésicos, como es el caso.
Los problemas de Juan Manuel, a quien se le había permitido cultivar marihuana en un armario de su habitación hasta entonces, comenzaron con la llegada de un nuevo director al centro hospitalario de El Ferrol. Fernando López Díaz (de quien nos gustaría mostrar alguna foto en este blog) negó a Rodríguez Gantes la posibilidad de seguir haciéndolo, condenándole así a sufrir un dolor fácilmente evitable.
Existe suficiente evidencia, tanto científica como anecdótica, de la capacidad analgésica del cannabis en casos como este. No tanta de la primera, por supuesto, dado que el cannabis no es patentable, especialmente la planta y sus extractos, y ninguna farmaceútica podría sacar de ellos beneficios multimillonarios, pero la segunda bastaría y sobraría para justificar este y otros usos, tanto terapéuticos como paliativos. Son demasiados los profesionales sanitarios que se alinean con las multinacionales farmacéuticas frente a los derechos de los pacientes, violando de este modo uno de los fundamentos del juramento hipocrático, el que reza:”Primum non nocere“.
Cuando existe un conflicto entre la ley y este juramento, sagrado para cualquier médico (menos para los médicos nazis y similares), no hay alternativa: hay que obedecer el segundo caiga quien caiga. Por poner un ejemplo, John Parker-Stuart, activista anti SIDA estadounidense, fue detenido 27 veces en siete estados de la Unión antes de que le permitieran proseguir con su programa de intercambio de jeringuillas, práctica imprescindible para detener la expansión de esta epidemia. Para conseguir su objetivo, Parker tuvo que luchar contra muchos médicos y técnicos sanitarios que, como en el caso de Juan Manuel, pusieron la ley y la moral por encima de la salud pública y la ciencia.
Se están llevando a cabo ensayos con cannabis o sus extractos (como el Sativex) para este tipo de dolencias, pero no creemos justo que este hombre se quede sentado y sufriendo a la espera de que le den luz verde para participar en uno de ellos. Por lo tanto, animamos a hacer presión, por todos los medios posibles, para que Juan Manuel pueda volver a usar lo único que le daba un respiro, sea fumando la planta, sea una exención para utilizar el Sativex. Nunca utilizaremos estos casos para mezclarlos con el uso lúdico, pero siempre estaremos con los pacientes y contra los médicos que tan mal servicio les hacen.