Fuente: Clarin
31 de diciembre de 2009
Por Pablo Stefanoni
En un obvio juego de palabras, los cocaleros bolivianos se proponen hacerle la guerra a la gaseosa más popular del mundo. Así, el viceministro de la Coca, Jerónimo Meneses presentó ayer la “Coca-colla”, una nueva gaseosa energizante que será producida con la “hoja sagrada” andina cultivada en la región cocalera del Chapare.
Allí, donde Evo Morales se lanzó a la carrera sindical y política hace más de dos décadas, se encuentra la mayoría de la coca que la ley 1008, aprobada en los ’80 y aún vigente, considera ilegal.
La iniciativa partió de los campesinos y, por si faltaran más coincidencias con el jarabe creado en 1885 por John Pemberton, el envase de la “Coca-colla” tendría una etiqueta roja y contendría un líquido oscuro, casi negro.
Aunque la empresa Coca-Cola afirma hacer quitado la hoja de coca de la fórmula en 1929, abundan en internet las denuncias de que “la Coca-Cola sigue comprando coca en Perú”, teoría conspirativa a la que Evo Morales suele sumarse con entusiasmo.
Aunque el ministro Meneses ya presentó a la prensa la botella, las autoridades admitieron que el nombre podría ser cambiado. “Inicialmente es una iniciativa privada para producir un energizante de coca, pero estamos viendo cómo impulsarla porque nos interesa como Estado la industrialización de la coca”, dijo el viceministro de Desarrollo Rural, Víctor Hugo Vázquez. Destacó las variadas iniciativas privadas existentes en Bolivia donde se producen mates, jarabes, dentífricos, licores, caramelos e incluso pasteles de coca. De hecho, un restaurante italiano en La Paz ofrece espaguetis de coca, una mezcla de harina de trigo y de la “hoja milenaria”.
La cantidad de coca consumida legalmente es parte de la controversia, que buscará ser saldada con los resultados del Estudio Integral de la Hoja de Coca y la encuesta nacional sobre el uso y consumo legal de ese producto lanzada en 2009 con apoyo de la Unión Europea. Con todo, no todos los cocaleros -una suerte de elite campesina- apoyan el aumento de la superficie: los “legales” no quieren que el aumento en la oferta, haga caer los precios.
Con el nuevo Congreso a su favor, el gobierno se propone aumentar la coca legal a 20.000 hectáreas, para incluir a los campesinos del Chapare, base social de Morales, en el cultivo legal.
Antes de la Conquista, la coca ya era parte de los rituales andinos y desde la Colonia pasó a ser parte de la economía minera: el “akulliku” (mascado) permitía a los obreros mantenerse en pie en los peligrosos socavones a decenas de metros bajo tierra, y ni las protestas de la Iglesia contra la “hoja diabólica” lograron su prohibición.
Actualmente, aunque la ley vigente sólo permite 12.000 hectáreas para satisfacer la demanda legal, hay plantadas unas 30.000 según un reciente informe de la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito. También existe un intenso contrabando hacia el norte argentino, donde se masca coca pero no está permitido su cultivo ni su importación legal.
El embajador argentino en La Paz, el jujeño Horacio Macedo, es uno de los habituales seguidores de este consumo característicos de los Andes.
“Bajo este gobierno la superficie aumentó un 20%, pero como ese aumento se dio en las zonas más productivas, el incremento en la producción de cocaína entre 2005-2008 fue del 50%. En el Chapare, el 95% de la coca va a los llamados mercados no autorizados, es decir, al narcotráfico”, le dijo a Clarín el ex viceministro de Defensa Social (antinarcotráfico) Ernesto Justiniano.
En los últimos años, aumentó la cantidad de colombianos que operan en Bolivia con tecnologías más avanzadas, incluyendo fábricas móviles de cocaína.
Pero desde el gobierno responden que la incautación es récord y que ya no hay muertos por enfrentamientos entre campesinos y militares en las zonas cocaleras.