Fuente: BBC Mundo
13. 10. 2010
Por: Hernando Salazar
La hoja de coca es sagrada para los indígenas. También es materia prima de la cocaína.
Una mujer indígena colombiana quiere que la justicia de su país –el principal productor de cocaína del mundo– suspenda una campaña de publicidad estatal que relaciona la planta de coca con la muerte.
“La planta de coca está absolutamente estigmatizada en Colombia y el mundo. La hoja de coca en su estado natural es un alimento”, declara a BBC Mundo Fabiola Piñacué, la politóloga que interpuso un recurso de amparo.
Ella dice que la opinión pública no suele ver las diferencias entre la hoja de coca, y el clorhidrato de cocaína, que “tiene diez sustancias adicionales a la coca”.
En su alegato, Piñacué, quien hace parte del pueblo Nasa, originario del sur de Colombia, sostiene que “la planta de la coca no es una droga y tampoco es responsable de los males que en los medios de comunicación anuncia la publicidad que diariamente pasa por radio y televisión de una incesante manera”.
Según ella, la planta de coca está ligada a la existencia de los pueblos indígenas y por eso considera peligrosa la campaña “que busca el exterminio de todo lo que implica ser nativo, pues la hoja de coca existirá mientras existan los indios”.
Piñacué, de 40 años y madre de tres hijos, trabaja desde 1998 en la producción y comercialización de alimentos derivados de la hoja de coca, como galletas y tés, e incluso hojas de coca para masticar, como lo hacen los indígenas.
Mate de coca
En la región andina, la hoja de coca también es empaquetada para hacer mate.
Según ella, ese trabajo, al que están vinculadas unas 1.000 personas, se ha perjudicado en los últimos dos años por una campaña publicitaria financiada por la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE).
Desde noviembre de 2008, la DNE pasa en la radio y la televisión de Colombia un par de mensajes protagonizados por una niña.
En el primero de ellos, dirigido a impedir el cultivo de coca, marihuana y amapola, la niña afirma que cultivar “la mata que mata” produce “ríos de sangre” y “lluvias de plomo”, en alusión al uso de las armas por parte de los narcotraficantes.
En otro mensaje, la misma niña advierte: “Si no traficas la mata que mata, notarás un cambio. Te verás diferente, con la frente más alta, las manos más limpias, la mirada más recta, se espantará el miedo, regresará a casa la dicha, se apagarán las noches en vela. La coca, la marihuana, la amapola matan. No trafiques la mata que mata”.
Cuando se lanzó la campaña, la DNE informó que en 2008 había unas 3.000 hectáreas de cultivos ilícitos en los parques naturales y aproximadamente 5.000 en resguardos indígenas.
Piñacué no lo niega, pero insiste en que las autoridades indígenas no patrocinan el narcotráfico, que lo atribuye a los hombres blancos.
“Los pueblos indígenas del Cauca y en especial mi pueblo, el Nasa, hemos tomado la decisión de combatir a grupos y personas que utilizan la sagrada planta de la coca para destinarla a la elaboración de estupefacientes”, dice la demanda.
“Mata de cocaína es como decir árboles de aspirina”
La campaña de la DNE ha recibido algunas críticas en los medios de comunicación. A comienzos de 2009, en una columna de opinión en El Espectador, Alfredo Molano tildó la estrategia como mentirosa.
“No hay ninguna mata a la que se le pueda echar la culpa de la guerra. Sólo en las mentes del presidente y de algunos militares cabe la tesis de que hay ‘matas de cocaína’, que es como decir que hay árboles de aspirina”, defendió Molano.
No hay ninguna mata a la que se le pueda echar la culpa de la guerra. Sólo en las mentes del presidente y de algunos militares cabe la tesis de que hay ‘matas de cocaína’, que es como decir que hay árboles de aspirina
“Desde hace miles de años, la coca es un arbusto sagrado para la mayoría de comunidades indígenas; lo cultivan las mujeres, y sus hojas secas, mezcladas con hojas de yarumo tostadas o con conchitas molidas, son consumidas en forma ritual por los hombres adultos”, escribió.
Sin embargo, la campaña no había sido llevada a los estrados judiciales.Ahora Piñacué le pide al Tribunal Superior de Bogotá que le ampare el derecho a la vida, la existencia digna, el trabajo, la igualdad, la participación en la vida social y económica, la identidad y la autonomía de los pueblos indígenas.
La DNE no ha hecho comentarios a la demanda interpuesta por Piñacué. Cuando lanzó la campaña, el organismo explicó en su página web que el objetivo era “poner de manifiesto que la problemática del cultivo ilícito y el tráfico de drogas en sus diferentes modalidades, además de ser una actividad ilícita, genera pérdidas a nivel personal, familiar y comunitario”.
“Los campesinos cultivadores de ilícitos con sus prácticas descontroladas e invasivas están deteriorando y depredando inmensas zonas para la instalación y el procesamiento de cultivos ilícitos. Por unos ingresos que apenas les sirven como una forma de subsistencia pierden la tranquilidad, la familia, los amigos e incluso la tierra, vienen a engrosar las filas de los desplazados”, agregó la DNE.
Ahora, el tribunal de Bogotá tendrá diez días para tomar una decisión sobre si suspende o avala la campaña, pero primero tendrá que escuchar a todas las partes.