5 de mayo de 2015
La prohibición de abrir nuevos locales de fumadores genera un nuevo mercado de cientos de miles de euros: la compraventa de las licencias de actividad de las asociaciones que permanecen abiertas
Cuando Juan -nombre ficticio- decidió abrir un club de cannabis en Barcelona en febrero de 2012, nunca imaginó que los 100.000 euros que invirtió junto a un socio podían llegar a ser tan rentables. Después de adquirir, arreglar y abrir su local, el pasado diciembre le llegó una oferta de 450.000 euros de un “inversor” israelí. “El panorama era muy incierto, no sabíamos cuánto iba a durar la inseguridad jurídica en la que nos encontramos, pero después de hablarlo con los socios decidimos no traspasarlo”, explica.
El Ayuntamiento de Barcelona decidió, el pasado junio, suspender la apertura de clubes cannábicos en la ciudad durante un año para abordar su regulación. Lo que no imaginó el consistorio es que esta decisión generaría un nuevo negocio en el sector y que las asociaciones que lograron permanecer abiertas multiplicarían su valor. La paralización de nuevas licencias, junto al cierre de prácticamente un tercio de los clubes que había en la ciudad por parte de la Guàrdia Urbana en el marco de la llamada operación Sativa, hizo aumentar sobremanera el valor de las asociaciones cannábicas que quedaron en pie. Hasta el punto que hoy en Internet hay quien ofrece su local -junto a la imprescindible licencia de actividad- por 1,3 millones de euros.
Poseer uno de los aproximadamente 150 clubes de fumadores de cannabis que quedan en la ciudad puede ser un buen negocio. “Es como en su día tener un estanco”, ironiza el presidente de un club de Ciutat Vella, que solo accede a hablar bajo condición de anonimato. La web cannabisclubforsale.com, por ejemplo, se ofrece como intermediaria para los que quieran vender o comprar alguno de esos 150 clubes con la licencia en regla. Los locales disponibles oscilan entre los 200.000 y los 500.000 euros. En la página, escrita íntegramente en inglés, se destacan los aspectos positivos de cada asociación. “Cuenta con una gran presencia en redes sociales y posibilidades de expansión”, dice de una. “No tiene vecinos”, explica de otra.
“La línea entre lo correcto y lo económicamente sostenible es muy estrecha”, explican por correo electrónico los administradores de cannabisclubforsale.com. Aseguran que son un grupo de unos 13 colaboradores entre “abogados, informáticos, gerentes y comerciales” que rondan una media de 28 años. “Los modelos sin ánimo de lucro no son viables a largo plazo”, responden a la pregunta sobre si hay ahora mismo una burbuja con las licencias. “Es necesario eliminar este modelo para que el Estado pueda cobrar impuestos de la actividad”.
“Estamos totalmente en desacuerdo con estas prácticas”, explica Jaume Xaus, portavoz de la CatFAC, una de las dos federaciones catalanas que agrupan a los clubs de cannabis. “Nosotros promovemos un modelo social, no de negocio”, aclara antes de criticar la suspensión de licencias que llevó a cabo el Ayuntamiento hace casi un año. “No se nos consultó y ya advertimos de los miedos que teníamos de que pudiera ocurrir una cosa así”.
Los responsables de esta web aseguran haber intervenido en “muchas” compraventas y que todos los compradores son extranjeros. No revelan qué porcentaje obtienen por cada transacción ni qué clubes son los que están a la venta, y explican que los precios varían mucho en función de la época del año. “Durante el Spannabis [una feria del sector que se celebra en Barcelona] los precios pueden aumentar hasta un 80%”, dicen. “Si una asociación es precintada, puede bajar un 50%”. Defienden la legalidad de su negocio, a pesar de no querer revelar su identidad: “No vendemos licencias, ofrecemos un servicio de consultoría en el traspaso y gerencia de la asociación que incluye el local”.
Desde el Ayuntamiento aseguran desconocer estas prácticas y señalan que son ilegales. “Se dieron permisos a las entidades constituidas como tales en sus estatutos y esto no es traspasable bajo ningún caso”, argumenta un portavoz, “si alguien ha comprado una licencia se podría encontrar con una clausura de su local en una próxima inspección”. Los expertos en derecho administrativo consultados, sin embargo, no lo ven tan claro. “Al no estar completamente regulada esta actividad, es más que dudoso que, por el hecho de que se cambie el titular de una licencia, esta pueda dejarse sin efectos, particularmente si no consta de forma expresa que la licencia está condicionada a su titular”, explica Gemma Segura, abogada, doctora en derecho administrativo y profesora del master de Derecho Público y Organización Administrativa en la Universitat Pompeu Fabra.
El incipiente mercado de compraventa de licencias es el enésimo escollo al que se enfrenta el proceso de regulación de estos locales en Barcelona. La falta clara de una normativa que regule la actividad y la persecución que mantiene Interior contra los cultivos hace que en el sector se mezclen todo tipo de prácticas. Desde activistas que llevan años trabajando para regular el consumo de cannabis y tratan de ceñirse a ciertos “códigos de buenas prácticas” implantados por las federaciones de asociaciones, hasta hombres de negocios que ven la oportunidad de hacer mucho dinero en una ciudad que recibe cada año decenas de miles de turistas jóvenes.
“Es muy ingenuo pensar que alguien, por amor al arte y sin esperar nada a cambio, montará un cultivo, lo distribuirá entre los socios y se arriesgará a que lo encierren en la cárcel”, explica el presidente del club de Ciutat Vella. Según los cultivadores consultados, es precisamente el hecho de tener un pie en la legalidad y otro fuera el que genera este tipo de negocios alrededor de los clubes de fumadores. “Si se regula todo el proceso, desde el cultivo hasta que el producto llega al consumidor, acabaremos con estas injerencias”, explican.
La regulación de los clubes, después de las elecciones
El Parlament aprobó el pasado enero una lista con 17 “recomendaciones sanitarias” dirigidas a los Ayuntamientos catalanes que quisieran regular la actividad. El gobierno de Trias se comprometió hace un año a tener lista la regulación antes de las elecciones del 24-M, pero las negociaciones avanzan muy lentamente. Las federaciones de asociaciones cannábicas mantienen contactos a distintos niveles con el Ayuntamiento, el Consell General de Drogues, la Agència Catalana de Salut Pública y con los servicios jurídicos del consistorio. Pero según afirman algunos de los que participan en las conversaciones, es un “proceso difícil” en el que chocan distintos criterios sobre cómo abordar la materia. Estas mismas fuentes cuentan que una de las principales dificultades reside en las diferencias existentes entre los concejales de cada distrito: “No es lo mismo Ciutat Vella que Nou Barris”, matizan. Por eso la propuesta que está preparando CiU para la ciudad -que está “bastante avanzada”, según explican en el partido- prevé diferentes normas en función de cada zona de Barcelona.
Ante la lentitud de las negociaciones, algunas asociaciones cannábicas presentaron el pasado 20 de abril una Iniciativa Legislativa Popular ante el Parlament para que regule las normas de creación y funcionamiento de estos locales. Los promotores disponen de 120 días hábiles -ampliables a 50 días más- para conseguir las 50.000 firmas necesarias para su tramitación parlamentaria.
Lo que está claro es que la regulación de esta actividad en Barcelona no llegará hasta pasadas las elecciones. Las federaciones de clubes cannábicos han conseguido que tanto PSC, como ERC, la CUP y Guanyem se comprometan a aprobar la esperada normativa dentro del primer año de legislatura. En el sector cannábico cuentan que incluso el PP, único partido del Parlament que votó en contra de regular la materia, se ha reunido con las asociaciones y ha abierto la puerta a apoyar una futura normativa. Dicha regulación va muy en la línea de las recomendaciones de la Generalitat, que entre otras medidas establece una distancia mínima de centros sanitarios y educativos, la limitación de afiliarse a más de una asociación así como la implantación de un período de carencia de 15 días necesario para ser socio, con el que se tratará de evitar el turismo cannábico.
Hasta que se regule la materia, los distintos actores del mundo del cannabis en Barcelona seguirán rigiéndose por su propia interpretación de las normas: cada uno elige dónde está el límite y de qué manera se mueve dentro del vacío legal existente. Cada uno decide qué es ético y qué no. Como explican los administradores de cannabisclubforsale.com, “por el momento, seguiremos jugando al gato y al ratón”.