EL BOLETIN DE ENCOD SOBRE POLITICAS DE DROGAS EN EUROPA
NR. 40 ABRIL 2008
LECCIONES DE VIENA
Sin contradicciones sería imposible vivir. Una situación dominada por una sola verdad que jamás es cuestionada, finalmente resulta insoportable. Los que defienden esta verdad comenzarán a negar la realidad, comportarse de forma arrogante y humillar a los que se atreven a cuestionarles. Este es el destino de la Organización de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), cuya tarea es legitimar la guerra universal a las drogas. Por otra parte, los que se oponen a esta guerra solamente pueden ganar en fuerza, credibilidad y determinación al exponer las mentiras en las que está basada.
Quizás la más importante lección que puede hacerse de los eventos en Viena (las Jornadas por la Paz a las Drogas de ENCOD del 7 a 9 de marzo y la Comisión de Estupefacientes de la ONU del 10 a 14 de marzo) es que no llegará ninguna ayuda desde arriba. Si queremos una política de drogas diferente, no debemos hablar solamente, sino también actuar, combinar activismo político con soluciones inovadoras y prácticas para personas con necesidades, como la única forma de dar fuerza a un movimiento de ciudadanos determinado a poner fin a una política que invierte billones en una represión inútil en lugar de educación y salud.
La Marcha por la Paz a las Drogas al Vienna International Centre, la sede de la ONUDD, contó con 400 participantes. Fue sobre todo un gesto simbólico. Pero con cada paso que dimos sobre los puentes que atraviesan el río Danubio, sabíamos que millones de personas, que por varias razones no pudieron llegar a Viena, estaban marchando con nosotros. Nuestras huellas se hicieron más pesadas por las tragedias que ocurren diariamente debido a la prohibición de drogas, y cuando finalmente llegamos al edificio de la ONU, la imagen de los delegados que se reunirían allí la semana siguiente se había convertido en la de una minoría pequeña que necesita cometer crimenes con el fin de proteger sus privilegios. Por supuesto, debemos atraer a mucha más gente la próxima vez. Con una campaña de publicidad y prensa mejor planificada, así como una comunicación más eficaz, tendríamos que ser capaces de levantar a la gente de sus sillas y levantarnos contra las mentiras que justifican la guerra a las drogas.
Aquellos que carecen de inspiración para hacer esto último tuvieron bastantes oportunidades para informarse en la Conferencia por la Paz de Drogas que tuvo lugar en el auditorio C de la Universidad de Viena el sábado 8 y domingo 9 de marzo. En 7 sesiones de 2 horas cada una, los ponentes presentaron sus últimos conocimientos sobre las razones por las que las drogas son prohibidas así como los beneficios de un mundo en el que dejarían de serlo.
Peter Webster (The Psychedelic Library) comenzó explicando cómo las drogas psicodélicas pueden haber jugado un papel decisivo en el proceso evolutivo del mono a ser humano. Las autoridades religiosas, y luego también políticas, han utilizado a la prohibición de drogas para activar deliberadamente un instinto colectivo xenófobo en la población, un reflejo natural para definir al “otro”. Hoy, la prohibición de las drogas no es nada más que un instrumento para controlar el mundo, una base dogmática para políticas que repetidamente fallan en cumplir con sus objetivos declarados. Mientras que la concepción general de las drogas es la de una amenaza externa, hay muy poca esperanza para mejorar. Al fin y al cabo, la experiencia de unidad, del conjunto de todo lo que vive, puede resultar siendo el único remedio contra el instinto “prohibicionista”.
Clifford Thornton (Efficacy) elaboró su teoría de la guerra a las drogas basada en tres pilares: codicia, temor y racismo abierto. La codicia se encuentra entre la mayoría de los que comercializan las drogas, pero también entre los que luchan en contra de ellas, sea como médicos, policías o políticos: en las últimas 4 décadas, casi 1 trillón de dólares han sido gastados en la interdicción de drogas solamente en los Estados Unidos. El temor se siembra por aquellos que exageran los peligros de las drogas, sin tomar en cuenta las razones básicas por las que las personas deseamos tomarlas: incrementar las experiencias positivas y reducir las negativas. Y el racismo abierto es el resultado concreto y práctico de la guerra a las drogas: por ejemplo en los EEUU, las personas negras forman el 12 % de la población, y más del 50% de la población prisionera; 2 de cada 3 están con sentencias relacionadas con las drogas. Si la población blanca esuviera afectada por la prohibición de drogas de la misma manera, no pasaría mucho tiempo antes de que una protesta popular estuviera reclamando su fin inmediato. Pero en la situación actual, el dinero se gasta en represión en lugar de educación y bienestar, así que un grupo de personas son deliberadamente mantenidas en una esquina de la sociedad donde tienen pocas alternativas a un estilo de vida disruptivo.
El racismo abierto parece estar detrás de las declaraciones de tanto el Director Ejecutivo de la ONUDD Antonio Maria Costa y el presidente de la Junta de Fiscalización de Estupefacientes Philip Emafo, quienes la semana anterior a la reunión de la CND habían advertido a los gobiernos boliviano y peruano a prohibir el consumo tradicional de hojas de coca, puesto que podría ser considerado como una forma de dependencia a las drogas. La antropóloga boliviana Beatriz Negrety Condori explicó cómo este tipo de declaraciones en realidad son un insulto a los pueblos indígenas que han consumido hojas de coca por lo menos durante los últimos 5.000 años. Para los habitantes originarios de los Andes, las hojas de coca no son solamente un suplemento nutritivo, una fuente de energía y una medicina. Más que todo forman un elemento central en sus relaciones sociales e identidad cultural. El actual presidente boliviano Evo Morales ha comenzado una política activa de apoyo a la industrialización de las hojas de coca en productos beneficiales. Si la coca fuera sacada de la lista de drogas prohibidas, podría convertirse en una opción para el desarrollo sostenible en lugar de lo que ser, como lo es ahora, una causa de violencia constante en la región andina.
Si los burócratas de la ONU no tienen ningún problema en provocar a gobiernos tales como el boliviano, entonces ¿qué oportunidades tenemos las asociaciones de ciudadanos para que nos tomen en serio en los niveles más altos del debate sobre las drogas? Virginia Montañes y Joep Oomen (ENCOD) describieron las perspectivas de la llamada “consulta con la sociedad civil” que ha sido recientemente establecida por tanto las Naciones Unidas y la Unión Europea, en un esfuerzo de abrir la discusión a las voces que representan a los actores no-gubernamentales en el terreno de las drogas. La agenda de estas reuniones es impuesta por la ONUDD y un pequeño grupo de ONGs (prohibicionistas) que tienen relaciones muy cercanas con esta oficina. A estas consultas no participan los representantes de productores de cannabis, coca u opio, y casi ninguna organización de base. La forma en que son organizadas garantiza que no podrán discutirse cuestiones esenciales. ENCOD bien puede continuar atendiendo a estas reuniones con el fin de saber lo que está pasando, pero no debemos esperar demasiado de ellas tampoco. Solamente construyendo la masa crítica detrás de soluiones concretas y prácticas a solicitudes urgentes podremos establecer desde la sociedad civil verdaderas alternativas a las políticas actuales, altamente ineficaces y caras.
Una de estas alternativas fue presentada por Martín Barriuso, de la asociación Pannagh de Bilbao. Con 230 socios registrados, el 60% de los que consumen con propósitos terapéuticos, Pannagh es capaz de producir cannabis de buena calidad por un precio justo y al mismo tiempo pagar un salario decente a Barriuso, impuestos, gastos de oficina etc. Las autoridades legales españoles han aceptado la existencia de esta y otras asociaciones establecidas por adultos que cultivan cannabis para su uso personal. Los Cannabis Social Clubs son una iniciativa que promueve la salud y evita la criminalidad, y que no viola las Convenciones de Drogas de la ONU. Estas Convenciones no refieren al consumo personal – son los gobiernos nacionales los que pueden decidir si prohibir o reglamentarlo. En todos los países europeos donde se ha dejado de perseguir el consumo personal, se pueden establecer Cannabis Social Clubs. Uno de estos países bien puede ser la República Checa, que de acuerdo a Bushka Bryndova, está cerca a flexibilizar las la legislación sobre el consumo personal de cannabis, bajo la presión de una creciente aceptación del fenómeno por la población general.
Las formas de cultivar cannabis que pueden ser toleradas por las autoridades son especialmente interesantes para aquellos que lo consumen para propósitos medicinales. El médico Kurt Blaas de Viena describió la historia y las aplicaciones del uso medicinal para una larga lista de problemas de salud. Sobre todo las propiedades del cannabis para mejorar el sistema de inmunidad y el apetito no necesitan más evidencia científica. Por supuesto se puede obtener legalmente el cannabis sintético tal como el sativex, dronabinol y marinol en varios países europeos, y nuevos productos se están desarrollando. En los Países bajos, hasta hay una compañía que cultiva cannabis para su venta oficial a pacientes en los Países Bajos e Italia. Sin embargo, la solución más barata y eficaz sigue siendo el autocultivo de cannabis, y será sólo cuestión de tiempo que en el ámbito local, los jueces y fiscales comiencen a entender esta situación.
La presentación de Raimondo Pavarin (investigador de drogas de Bolonia) ayudó a neutralizar algunos mitos sobre el daño del cannabis. En sus estudios no ha encontrado ninguna base para el reclamo de que el cannabis sea una droga de paso a otras drogas con mayor riesgo de efectos negativos sobre la salud. Tampoco existe un riesgo de sobredosis o incremento de mortalidad. Su colega Peter Rausch (Nektar.at) explicó que sin el efecto de endocannabinoides (elementos activos del cannabis que los seres humanos tenemos dentro de nuestros cuerpos) no podríamos existir, puesto que ayudan a regular nuestra capacidad de mover físicamente, relajarnos, estimular apetito y creatividad, así como regular nuestra memoria y estado de ánimo general. Según Peter es sólo una cuestión de tiempo que el cannabis sea reconocido como una solución a varios problemas que afectan el bienestar y la salud de las personas, y con ello terminará la guerra a la hierba.
Algo similar puede suceder con la ibogaína, el elemento activo de la iboga, que se encuentra en la raíz de una planta que crece en Africa central. Los expertos de iboga Dana Beal, Boaz Wachtel y Patrick Venulejo explicaron los detalles técnicos de cómo esta sustancia es capaz de minimizar las síntomas de abstinencia y los deseos de consumir drogas como la nicotina, el alcohol, pero también los opiáceos y la cocaína. Su efecto regulatorio sobre el nivel de dopaminas en el cerebro (que son suprimidos por varias drogas) introduciendo un factor de crecimiento (gdnf) se refuerza a sí mismo, puesto que la ibogaína deja informaciones en el cuerpo que le indica qué hacer a fines de producir aún más gdnf.
Las terapias de iboga han resultado ser exitosas en el tratamiento de adicción así como de otros desórdenes causados por traumas o problemas psicológicos. Sin embargo, resulta que no existe ningún interés de compañías farmacéuticas para considerar su introducción en el sistema formal de salud. Es muy probable que ello se deba a que la iboga no tiene potencial financiero alguno, puesto que el verdadero interés de nuestro sistema de salud no radica en el esfuerzo de solucionar problemas de adicción.
El periodista francés Jacques de Schryver explicó su experiencia personal con la iboga en Francia y Africa. Estas experiencias le enseñaron a incrementar su capacidad de manejar contratiempos y reconocer perspectivas futuras hasta en situaciones difíciles. Las cosas se sienten nuevas, claras y simples después de tomar iboga, que ayuda a amplificar la personalidad de uno, así que refuerza tanto sus lados positivos y negativos. No es una droga que puede tomarse de una manera recreacional.
El impacto directo de todo ello sobre la reunión de la Comisión de Estupefacientes (CND) que tuvo lugar del 10 al 14 de marzo fue, tal como se esperaba, limitado. En la reunión de la CND, las decisiones se toman por consenso. Ello significa que los EEUU, completamente dispuestos a utilizar su poder económico y amenazar a países que necesitan ayuda para el desarrollo, simplemente pueden obstaculizar la formación de consenso y forzar a países a unirse a sus propuestas. Ya antes de la reunión, estaba claro que el “consenso” consistiría en explicar el fracaso de la estrategia de los últimos diez años para reducir el fenómeno de las drogas con la palabra ‘contención’, y establecer un “año de reflexión” para considerar qué decisiones se tomarán en el futuro, en la reunión de la CND en 2009.
“Durante el evento de cinco días, podía verse cada vez más grupos de hombres y mujeres muy bien vestidos de pie y en los asientos cerca del bar y la cafetería, discutiendo papeles, borradores de comunicados y resoluciones, puesto que se estaba acercando la fase en la que se debería lograr consenso sobre cada uno de estos textos. En su mayoría estos textos se referían a detalles, pero dentro de todos estos papeles, unos pocos contenían cosas serias”, notó el representante de ENCOD a esta reunión, Fredrick Polak de la Fundación de Política de Drogas de Holanda, en su informe.
Por su propia cuenta, Polak hizo todo para obtener una respuesta clara del director de la ONUDD Costa sobre el hecho de que aunque existe un acceso abierto al cannabis en Holanda, su consumo es más bajo que en muchos otros países. Costa se negó a responder, y luego emitió una declaración en que caracterizó a los participantes de una Conferencia para la reforma de la Política de Drogas en los EEUU como “locos” y llamó a la sociedad civil “a promover boicoteos de consumidores contra las casas de moda, compañías discográficas y empresas deportivas que emplean a personas celebres que están orgullosos, en lugar de avergonzados, de su adicción a las drogas.”
Ahora que la ONUDD está mostrando su verdadera cara, insultando a ciudadanos que hacen preguntas críticas o solamente atienden a conferencias, haciendo lo que pueden para solucionar los problemas relacionados con las drogas, queda claro que no sólo los esfuerzos diplomáticos bastarán para reformar las políticas de drogas. Debemos hacer todo lo posible para lograr que el debate sobre las alternativas a la prohibición se incluya en la agenda. En caso contrario, la mayor parte de las desastrosas consecuencias de la prohibición de las drogas continuará, un poco suavizada en algunos países, pero aún más represiva en otros.
Nuestros planes para Viena 2009 partirán de la conclusión de que a la ONUDD le haría bien un verdadero oponente de la sociedad civil. Mientras que las Naciones Unidas reflexionan sobre su futuro camino, ENCOD y sus socios continuarán actuando por el derecho de elegir las sustancias que las personas consideramos necesarias para mantener o mejorar nuestro bienestar.
Por Joep Oomen