BOLETIN ENCOD SOBRE POLITICAS DE DROGAS EN EUROPA
NR. 64 JUNIO DE 2010
LA LEGALIZACIÓN, CAUSARÍA DAÑOS A LOS PAÍSES EN VÍAS DE DESARROLLO?
En marzo último, durante la reunión de la Comisión de Estupefacientes en Viena, el jefe de la Oficina de Naciones Unidas sobre Drogas y Delito (UNODC), Antonio Maria Costa, advirtió que los países en vías de desarrollo podrían ser afectados por un “desastre de salud, si los países ricos no lograran controlar las drogas”.
En su discurso, Costa apuntó a que el problema de las drogas en las naciones pobres está creciendo. Observó que al “mundo en vías de desarrollo – que ya está luchando para resolver problemas de salud, educación y desempleo – le faltan las facilidades para ofrecer tratamiento e interdicción para controlar las drogas“. Y continuó: “Los pobres adictos – y hay millones de ellos – han sido empujados hasta las márgenes de la sociedad, deprivados de atención médica, muchas veces expuestos a condiciones, incluyendo el encarcelamiento, que empeoran su enfermedad‘.
Costa también ha encontrado a los que tienen la culpa de este destino fatal: “Ello parece haber sido olvidado por la gente en los países ricos que plantea una flexibilización de los controles de las drogas,” y concluye: “Porqué condenar al Tercer Mundo, ya de antemano devastado por tantas tragedias, al neo-colonialismo de la toxicomanía?”
El Sr. Costa está hablando a nosotros, desde una posición de superioridad moral, mientras que en realidad está defendiendo la continuación de políticas nefastas que son la mayor causa de la miseria que el trata de culpa a sus oponentes.
Es verdad que los países en vías de desarrollo que tienen importantes conecciones con el mercado de las drogas ilegales, siendo países productores o de tránsito, han estado luchando con problemas relacionados con las drogas durante décadas, y también es verdad que muchos de ellos tienen crecientes niveles de consumo de drogas. Igualmente es bastante obvio que los países en vías de desarrollo supuestamente tienen menos recursos para manejar adecuadamente la adicción a las drogas, como también tienen peores condiciones que los países desarrollados (urbanización, pobreza, migración, déficit educativo, desigualdad en la distribución de riquezas…).
Pero hagamos clara una cosa aquí: cuál fue exactamente el papel de los “neo-colonialistas”o los “países ricos” en este “desastre”? Por cierto, no fue la “flexibilización de los controles de las drogas”. Olvidemos la rétorica y veamos los hechos.
La llamada Guerra a las Drogas, promovida por las naciones ricas lideradas por los Estados Unidos a las naciones en vías de desarrollo, fue impuesta a estas naciones, y está volviéndose cada día más dura. Está reconocido ahora, y admitido hasta por la UNODC, que esta política también ha generado enormes “consecuencias no-intencionadas” tal como un mercado criminal, el desplazamiento de rutas, mercados y sustancias, y la marginalización de consumidores. A pesar de fuertes indicaciones del fracaso de esta política, las organizaciones como la UNODC siguen animando a países a unirse a los esfuerzos internacionales de controlar las drogas.
Considerando la eficacia del actual sistema del “control de drogas”, cómo puede Costa anunciar más de lo mismo? Cómo puede mantener que ello podría ayudar a las naciones en vías de desarrollo a escapar de la “tragedia de la toxicomanía”? Cómo es exactamente que más prohibición de drogas y más estrategias anti-drogas pueden salvar a los países pobres de un “desastre de salud”?
Una cosa que probablemente está preocupando al Sr. Costa es el concepto mitológico que el costo del consumo de drogas al individuo y a la sociedad infinítamente supera el costo de la mantención de la prohibición. De acuerdo a este concepto cualquier esfuerzo para reducir la disponibilidad de drogas es justificable. Sin embargo, la realidad sugiere que los costos de la prohibición son muy altos, y los resultados de la eficacia de la prohibición para reducir el consumo de drogas es, a lo mejor, decepcionante.
Incluso si admitimos que los costos del consumo de drogas son en realidad muy altos, no podemos olvidar el papel que la prohibición juega en ello. Es seguro que la criminalización de las drogas está detrás de la mayor parte de los problemas sanitarios y sociales relacionados al consumo de drogas, y también es un factor importante en la perpetuación de la pobreza, la desigualdad, la corrupción, el mal gobierno y la falta de desarrollo en muchas naciones.
La criminalización incrementa los efectos negativos del consumo de drogas
1. La prohibición atraye al tráfico y al consumo de drogas en países en los que este consumo normalmente no estaría frecuente. Los costos de la distribución de drogas dentro de los países de tránsito son menores, puesto que los traficantes ya han construido redes de colaboradores para transportar las drogas. Aunque los países de tránsito son más pobres, y los precios de las drogas por ello más bajos, los bajos costos marginales hacen que estos mercados son altamente lucrativos. El hecho de que los traficantes de drogas pagan a sus colaboradores locales en drogas, puede explicar parte del aumento en el consumo en los países de tránsito.
2. La ilegalidad debilita los vehículos de control de calidad comunes en que se basan los mercados legales. En este contexto, tanto las sobredosis debido a una calidad incierta como el envenamiento debido a la adulteración son más probables a ocurrir.
3. La criminalización de las drogas y del consumo de drogas impide a los esfuerzos de tratar la adicción de drogas y de prevenir la extensión del VIH entre los consumidores. Desde que el consumo es una actividad ilegal en la mayor parte de los países en vías de desarrollo, este tiende a tomar lugar en condiciones lejos de ser ideales, y la transmisión de enfermedades contagiosas y sobredosis ocurren más a menudo. El acceso a los servicios de salud y la reducción de daños puede reducir estos problemas, pero los consumidores no tienden a aprovecharse de estos servicios cuando el consumo está criminalizado y profundamente estigmatizado.
La criminalización mantiene la corrupción, la pobreza y desigualdad.
1. La guerra contra las drogas incrementa el costo de las drogas, generando mayor beneficio y por ello haciendo más atractiva la producción y la venta de drogas – particularmente a los que viven en pobreza. Más riesgos, más ganancias, y hasta más pobres reclutados para esta actividad ilegal.
2. Para obtener y mantener sus ganancias, los traficantes implementan estrategias para responder a los “desafíos” de confrontar al estado, que incluyen la corrupción de importantes funcionarios y policías y la violanecia contra el estado y otros grupos competidores. La corrupción debilita la estabilidad democrática y es un obstáculo serio para garantizar la gobernabilidad y la seguridad nacional de los países.
3. Se estima que unas 4 millones de personas dependen de un ingreso derivado del cultivo de las plantas ilegales. En muchos países, los esfuerzos para eliminar el cultivo y la oferta de drogas tienen un alto costo al bienestar y en vidas humanas. Para los campesinos hay pocos incentivos económicos para cultivar alternativas a las plantas ilegales. Además, una mayor parte de las ganancias termina en las manos de los que controlan las fases posteriores del proceso de distribución (los intermediarios en los países desarrollados).
4. Dos otros costos bien conocidos de la prohibición son las muertes debido a la violencia generada por la prohibición y las pérdidas de productividad debido al encarcelamiento. La mayoría de las personas encarceladas en Brasil debido a crimenes relacionados con las drogas son hombres jóvenes negros, pobres y sin educación, quienes fueron detenidos vendiendo pequeños montos de drogas. Más personas mueren de la violencia relacionada con las drogas que de enferemedades o sobredosis, especialemente en los países en vías de desarrollo.
En resumen, a pesar de las investigaciones y los análisis realizados hasta ahora, los costos sociales e individuales del consumo de drogas y los efectos de la prohibición sobre el consumo son inseguros. Algunos argumentarán que es probable que el relajamiento de la prohibición provocaría un incremento en el consumo de drogas. Sin embargo, existen muchas pruebas (ver por ejemplo el informe de la CE por Reuter y Trautmann) que la influencia de políticas represivas sobre los niveles del consumo de drogas es marginal. Además, la naturaleza del régimen de la “legalización” con la cual se compara la prohibición no está claro. Pero si el comercio de drogas pudiera ser regulado y los recursos destinados a otras políticas, tales como el tratamiento y la educación, con una eficacia probada en la reducción de adicciones y usos problemáticos, es probable que los tipos del consumo de drogas que implican los costos más grandes podrían reducirse.
Las consecuencias negativas sanitarias y sociales relacionadas con la prohibición deberían ser comparadas correctamente cuando se mide la “tragedia de la toxicomanía”.
Por: Marisa Felicissimo