Fuente: El País
7 de enero, 2014 / Alejandro Rebossio / desde Buenos Aires
Canadá, Israel y Chile quieren comprar la droga para sus enfermos en este país.
La fabricación de medicamentos basados en la sustancia abre otra vía de negocio.
La legalización de la marihuana en Uruguay es un experimento ante políticas represivas que han fracasado. Supone riesgos y también oportunidades, algunas incluso inesperadas. Dos semanas después de que el presidente José Mujica promulgara la ley que permite y regula la producción y el consumo a uruguayos y extranjeros residentes en este país, el Gobierno y laboratorios de Canadá y otras farmacéuticas de Chile e Israel han iniciado contactos con las autoridades de Montevideo para conocer qué posibilidad habrá de comprarles marihuana, según publicó este lunes el periódico El Observador. La norma no preveía nada al respecto de la exportación de cannabis, ni la permitía ni la prohibía.
El periódico uruguayo contó que empresarios canadienses se han comunicado con políticos y organizaciones no gubernamentales del país sudamericano para presentarles proyectos para adquirir marihuana. La ley establece que los usuarios podrán tener sus cultivos personales, hasta seis plantas con una cosecha máxima de 480 gramos anuales, o en plantaciones de clubes de 15 a 45 socios y con hasta 99 plantas. El Estado autorizará a agricultores para la producción y posterior venta a precio regulado, así como también los cultivos con fines científicos y medicinales.
El mayor laboratorio de cannabinol se plantea instalarse en el país
Canadá está interesada porque hay 26.000 personas en su territorio con autorización médica para consumir cannabis como terapia contra el dolor. Pagan 3,66 euros por gramo. En Uruguay, el Gobierno progresista pretende que la marihuana legal se venda al mismo precio que la que ofrece el narcotráfico, es decir, a 0,73 euros por gramo. Los consumidores en este país podrán adquirir hasta 40 gramos por mes. Esto aún no rige en la actualidad porque, pese a que la ley ha sido sancionada por el Parlamento el 10 de diciembre y promulgada el 24 por el Ejecutivo, a partir de ese día se inició un periodo de cuatro meses para reglamentarla.
Como en Canadá está prohibida la producción de marihuana, la importa de Holanda. Pero este país europeo carece de la capacidad de fabricación suficiente para abastecer las necesidades canadienses. De ahí el interés por proveerse también en Uruguay.
“Es verdad que nos han consultado para instalarse en Uruguay, lo que implica un gran desafío”, se entusiasmó el prosecretario de la Presidencia uruguaya, Diego Cánepa, en diálogo con El Observador. “Es muy importante por todo lo que significa. Si bien no era un objetivo de la ley, Uruguay se transforma en un polo de biotecnología. Es un área de enorme competencia que está en pleno desarrollo. Hasta hace un tiempo, la marihuana medicinal solo se pensaba como analgésica, pero ahora se está estudiando que algunos derivados puedan ser medicamentos”, comentó Cánepa. Por ejemplo, el laboratorio británico GV elabora con cannabis el fármaco Sativex para los enfermos de esclerosis múltiple y de epilepsia infantil. Pero el director de Servicios Agrícolas del Ministerio de Ganadería e integrante de la comisión que trabaja en la reglamentación de la ley, Inocencio Bertoni, dijo que de momento el Estado uruguayo está concentrado en la regulación del mercado interno.
Activistas y empresarios uruguayos también quieren fabricar medicamentos como el Sativex en su territorio. Por lo pronto, el 29 de diciembre se formó la Federación Nacional de Cannabicultores de Uruguay para integrar a los que quieran producir marihuana para fines personales, para la venta autorizada en farmacias o para la elaboración de remedios. El nuevo colectivo, cuyos integrantes venían abogando a título individual por la ley finalmente aprobada, ahora buscará participar del debate sobre la reglamentación. La federación reclama que se dé espacio a los pequeños agricultores y que las plantaciones contraten como empleados a grupos sociales considerados vulnerables, como transexuales, madres solteras y recicladores de residuos, según ha explicado una de sus integrantes.
El consumo de marihuana ya estaba permitido en Uruguay desde hace décadas, pero no el cultivo ni la comercialización. Sin embargo, la aprobación de la ley llevó a que turistas argentinos, que por esta época del año suelen llenar en parte las playas del lujoso balneario de Punta del Este, fumen ahora sin inhibiciones porros en la arena, en fiestas y en restaurantes, según relató el periódico La Nación, de Buenos Aires. Incluso varios de ellos han ido a las farmacias a consultar si ya vendían marihuana, pero los comerciantes les respondieron que solo lo harán cuando se reglamente la norma y que no estará permitido ofrecerla a extranjeros no residentes.