19 de enero de 2016
A la espera de la venta en farmacias, a mediados de 2016, los autocultivos predominan sobre el mercado negro y ofrecen un producto más fuerte
Los consumidores de marihuana de Uruguay han descubierto en estos meses de legalización que fumar las plantas artesanales del autocultivo es una experiencia mucho más “fuerte” que el consumo de la sustancia en el mercado negro. “Con dos caladas basta”, coinciden: se terminaron las largas rondas fumando, la experiencia es ahora mucho más breve, con un sabor y aroma diferentes. Hasta tal punto que desde los sectores que propiciaron la despenalización se afirma que la distribución legal de 10 gramos semanales en farmacias podría ser excesiva si no se llevan a cabo campañas de información.
Desde septiembre del 2014, los clubes de marihuana son legales en Uruguay, así como el autocultivo para aquellos que cumplan con un sencillo trámite de registro en las oficinas de correos. Así, según datos oficiales, unas 3.000 personas hacen crecer legalmente en sus casas hasta seis plantas. Pero muchos otros lo siguen haciendo clandestinamente porque no se fían del registro o por pereza: se calcula que la cifra de consumidores en Uruguay ronda las 120.000 personas. El dato es informal, pero el Gobierno lo mencionó varias veces durante el debate parlamentario sobre la despenalización.
A falta de una inscripción masiva en el registro, lo que sí parece generalizarse es la preferencia por la marihuana artesanal y el lento retroceso de la venta de la marihuana ilegal, el llamado prensado paraguayo, procedente del país vecino, una mezcla de cannabis con otras sustancias indeterminadas que incluyen productos químicos.
Pedro es consumidor asiduo, tiene varias plantas en su casa y por ahora no piensa regularizarlas: teme dejar su nombre en un registro. “Desde hace tiempo cultivo mi propia marihuana y ni se me pasa por la cabeza comprar en el mercado negro. Hace poco tuve que hacerlo porque estaba en el extranjero, pero luego me dolía la cabeza y tenía gusto a amoníaco en la boca”, explica. Otro consumidor, Álvaro Delgado Vivas, decidió formar parte de un club cannábico que actualmente cuenta con 45 miembros y cultiva unas 95 plantas, todo dentro de la legalidad. “Es fuerte, es mucho más psicoactiva, pero te deja mejor cuerpo”, explica refiriéndose a las plantas del autocultivo. “Tengo 26 años y hace tres dejé de consumir prensado paraguayo. A veces me toca ir a la cancha [al estadio] y hay gente que lo sigue fumando, porque el cogollo [artesanal] vale más caro. Dentro de lo que cabe es una novedad esto del cogollo, es otro mundo. En Montevideo se sigue consumiendo marihuana ilegal porque va a demorar un tiempo que se venda en las farmacias”, asegura.
Terrenos del Estado
El Gobierno ha anunciado que dos empresas empezarán a cultivar cannabis en unos terrenos propiedad del Estado y que la sustancia llegará a las farmacias para su venta al público a mediados de 2016. Diego Pieri, sociólogo y miembro de la organización Proderechos, confirma que el consumidor uruguayo transita cada vez más entre el mercado legal y el ilegal. “La marihuana de calidad no está accesible al 100%, todavía falta la implementación de la venta en farmacias. Entonces mucha gente combina: fuma paraguayo cuando se queda sin flores. Eso lleva a darse cuenta de la diferencia de experiencia”.
1,1 dólares por gramo
Los consumidores reconocen que ha surgido un “mercado gris” que transita desde el autocultivo legal hasta algunos compradores. Así, el gramo de flor artesanal se estaría vendiendo a unos 80 pesos (unos 2,8 dólares) en esa “zona gris”.
Como comparación, el prensado paraguayo se estaría intercambiando mucho más barato, a unos 30 pesos (menos de 1,1 dólares). Y cuando la marihuana llegue a las farmacias, el precio será de menos de 1,1 dólares por gramo, según las autoridades.
Pieri asegura que el mercado negro se ha estancado mientras que la marihuana artesanal gana cada vez más adeptos. Un estudio de la Fundación Friedrich Ebert de Uruguay de mayo del 2015 muestra que el 39% de los consumidores de marihuana eligen ya las flores del cultivo artesanal.
Todos los días llegan a la Asociación de Estudios del Cannabis (AECU) adultos en busca de productos para aliviar sus dolores y “que se marchan con sus plantitas”, dice Laura Blanco, la presidenta. También llegan extranjeros. Según la ley, sólo los residentes pueden consumir y cultivar. Blanco afirma también que los 40 gramos mensuales autorizados por la ley son excesivos, y que el Gobierno debe hacer campañas de prevención e información.