Por : Baldomero Cáceres Santa María
Lima, Perú
Psicólogo social, Web Cocachasqui
“ Esta hoja de coca representa la cultura andina, el medio ambiente y la esperanza de los pueblos”
Evo Morales Ayma, Presidente de Bolivia
Asamblea General de la ONU.
19 de Septiembre de 2006
En el reciente Informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), correspondiente al año 2007, se registró una vez más el incumplimiento de las obligaciones acordadas en la Convención Única (Nueva York, 1961) por parte de los gobiernos de Bolivia y el Perú. La Junta, esta vez temerariamente, les exhortó a dar término al akullico, o coqueo andino, así como a discontinuar la producción y comercialización del “mate de coca” (bolsitas filtrantes de 1gr) que los visitantes de Cuzco bien conocen, pues muchos de ellos han disfrutado de su ayuda para superar el “soroche” o mal de altura.
La reacción no se hizo esperar. De inmediato el Presidente Morales protestó enérgicamente en carta dirigida al Secretario General de la ONU. Tanto la Cancillería boliviana como la peruana reiteraron su respeto al uso tradicional en la 51ª sesión de la Comisión de Narcóticos (Viena, 10-14/03/08) Finalmente, el gobierno boliviano anticipó el envío de una carta que, según los establecido, deberá dirigirse al Secretario General de la ONU, fundamentando la exclusión de la hoja de coca de la Lista 1 de sustancias controladas por la Convención Única.
De la noticia a su historia.
Treinta años atrás, en efecto, cuando se iniciaba formalmente en el Perú la guerra contra “las drogas” (D.L 22095, 1978), no existía la extendida conciencia pública de los beneficios nutricionales y medicinales de la hoja de coca que hoy domina en la región andina, desde el norte de Argentina y Chile hasta la costa caribeña de Colombia, pero especialmente en Bolivia y el Perú. Sólo se escuchaba por entonces la versión denigradora oficializada, de acuerdo a la Convención Única de Estupefacientes (New York, 1961) – aún vigente – que considera al coqueo tradicional ( pijchado , quechua o akullico, aymará) como una “toxicomanía” o “adicción” y, por ello, “droga tóxica” a la misma hoja.
El establecimiento médico-psiquiátrico respaldaba abiertamente la sentencia y debido a ella nuestras universidades e intelectualidad se inhibían de considerarla debidamente . Rara vez la coca era mencionada dentro de los productos nativos andinos por arqueólogos e historiadores. Su ausencia en el debate político regional era notoria.
Tal situación venía de antaño. En 1947, el Gobierno del Perú, apremiado por la campaña pública de connotados psiquiatras limeños apoyados en prejuicios racistas, solicitó a las Naciones Unidas una comisión especial que determinara los efectos, “nocivos o no” de la hoja de coca en la población andina. El Informe resultante (Lake Success. 1950), única información que hasta el momento reconoce la Organización Mundial de la Salud, fue el sustento sobre la cual su Comité de Expertos en Drogas Susceptibles de Engendrar Toxicomanía ( hoy llamado “en Farmacodependencia”) dictaminó que el uso milenario debía ser considerado “una forma de cocainismo”. Por tal motivo se acordó su erradicación en la Convención Única, fijándose un plazo de veinticinco años para lograrla.
En 1978, gracias a la protesta académica antropológica asumida por el Instituto Indigenista Interamericano, con sede en México, mediante su número especial de América Indígena 4 y siguientes publicaciones dedicadas a la defensa de la costumbre andina , la gestión diplomática de Bolivia y el Perú logró que en la Convención de Viena (1988) se respetaran los hábitos tradicionales sin cuestionar, empero, la sentencia que aún hoy excluye a la hoja coca del mercado global y de nuestro desarrollo.
Superada la “amnesia cultural” (A.Memmi) de la coca , auspiciada por la colonización y reforzada en nuestro caso por la prédica de “la gran toxicomanía peruana” , se recuperó su verdadera historia, a partir de la crítica del proceso de evaluación cumplido por la Comisión de Estudio de las Naciones Unidas que presentara su Informe en 1950. Se cobró conciencia entonces tanto de su valor central en el mundo andino como de su valor medicinal, recogiéndose testimonios médicos del siglo XIX que habían sido ignorados en dicho Informe. Fue tal aceptación de las bondades de la hoja de coca la que dio lugar a su amplio empleo farmacéutico en los Estados Unidos y Europa (Parke Davis &Co, Detroit; Merck, Darmstadt), e industrial (Vin Mariani, Paris; Coca Cola, Atlanta). La misma cocaína tuvo amplia presencia en la Farmacéutica. Recordemos que Sigmund Freud fue su divulgador y defensor en su ensayo Über Coca de 1884. Cabe resaltar que Holanda, interesada en el recurso andino, inició al final del siglo XX la producción de coca en Java, la misma que abastecería a la farmacéutica europea durtante las primeras décadas del siglo XX, al tiempo que los Estados Unidos imponían ya restricciones a su importación y la Coca Cola se exoneraba de tal control, pues había optado, desde 1903, por extraer previamente la cocaína del extracto que ha seguido utilizando hasta hoy día. La Convención de La Haya (1912), llamada habitualmente la Convención del Opio, asumió internacionalmente la política restrictiva norteamericana que contaría con el apoyo de las grandes potencias y frente a la cual los países productores no supieron plantear una adecuada defensa, perdiendo las oportunidad de aprovechar valiosos recursos agrícolas que hasta nuestros días son manejados por redes delincuenciales en medio de la violencia y corrupción propiciada.
El proceso del cambio.
Al paso de los años, pese a la desatención oficial de los gobiernos concernidos, más allá del respeto al uso tradicional logrado, la revalorización de la hoja de coca, insistentemente planteada y fundamentada en los medios de comunicación, se abrió paso en la conciencia popular y fue asumida en 1991 por la Empresa Nacional de la Coca (ENACO S.A), monopolio del Estado peruano creado para cumplir con la legislación internacional que impone su control. Con el apoyo de ENACO S.A, la revalorización de la coca fue presentada en sucesivos eventos internacionales, entre los cuales los convocados por la Comisión Andina de Juristas en Lima . La nueva conciencia de la coca encontró eco incluso en las Cancillerías de Bolivia y del Perú, las que elaboraron consecuentemente una política encaminada a retirar a la hoja de coca de las Lista 1 de sustancias controladas por la Convención Única, tal como consta en la Declaración de Ilo suscrita por ambos Presidentes en 1994 .
Sin embargo, presiones de la administración norteamericana , presumiblemente, paralizaron la gestión encaminada a destrabar la libertad de comercio para nuestra producción cocalera, pero no lograron extinguir el movimiento generado por la nueva conciencia pública de la coca como alimento y medicina. Un artículo del doctor Andrew Weil, aparecido en la reputada revista The New Yorker, precisó en mayo de 1995 la situación de aquel momento: existía una nueva política de la coca en la región andina, la que tomaba apoyo en la revalorización académica lograda .
Justificada la defensa de la coca, en efecto, habían surgido movimientos de campesinos cocaleros, bolivianos, peruanos, y colombianos que progresivamente se hicieron presentes en la escena pública, a la vez que pequeñas empresas, en nuestros tres países (Bolivia, Colombia, Perú), iniciaron el procesamiento de la hoja para diversificar los productos derivados destinados al consumo urbano y turístico. La conciencia de la coca en la sociedad civil estaba ya lograda y nada impediría su difusión en el área andina, como demostró el triunfo de Evo Morales en Bolivia y su abierta defensa de la hoja como símbolo étnico, reclamando el derecho consuetudinario a su uso.
Coca : alimento y medicina
La debida difusión de la estricta verdad histórica permitiría lograr el consenso internacional deseable, ya logrado en la región andina. Despejado inicialmente el estigma psiquiátrico que pesaba sobre el coqueo andino, se produjo el cambio de actitud y percepción, al recuperarse la estimación de la coca como alimento y medicina.
La inquietud sembrada por la nueva conciencia de la coca en la región andina alcanzó a la misma Organización Mundial de la Salud, la que inició una vasta investigación conjunta con el Instituto Interregional de las Naciones Unidas para Investigaciones sobre Delincuencia y la Justicia (UNICRI, por su sigla en inglés) de la cual sólo se llegó a conocer, el 14 de marzo de 1995, un Briefing Kit para el periodismo del titulado Cocaine Project, pues la publicación definitiva fue bloqueada por la oposición del delegado norteamericano en la Asamblea Mundial de Salud realizada en Ginebra, en mayo del mismo año. No está demás registrar que el informe, orientado por la política de “reducción del daño”, libraba a la hoja de coca de cargos y planteaba más bien su posible uso como tónico. No cuestionaba expresamente, sin embargo, el juicio mantenido oficialmente por la propia OMS de ser su uso andino una “Farmacodependencia”, juicio que continúa siendo la razón de la condena.
Nueva perspectiva.
Sería apropiado decir que, al menos en la opinión pública de nuestros dos países, se produjo silenciosamente una revolución de la perspectiva al prescindirse del estigma de la “adicción” aplicada al coqueo. De ser percibida como “una droga susceptible de engendrar toxicomanía”, a identificar la coca como alimento y medicina , tal como se le reconoce hoy plenamente en Bolivia y el Perú, hubo un largo trecho
El cambio producido entre 1977 y 1990, marcando el hito por el inicio de la “diplomacia de la coca” del Presidente Paz Zamora de Bolivia y la campaña de revalorización asumida por ENACO S.A en el Perú, se debió, justamente, al descrédito de la versión oficial psiquiátrica del “cocainismo indígena” , de la “intoxicación crónica” , distorsionada apreciación de Emil Kraepelin en la sexta edición de Psiquiatría (1899) su decimonónico texto fundante que hizo escuela en los propios países andinos.
Las bases de tal reconsideración y nuevo aprecio, se debe reconocer, fueron sentadas por la investigación académica norteamericana. En 1972, fue Andrew Weil, en su clásico libro La Mente Natural, quien fundamentó su personal revisión de la coca en su propia experiencia y en el sustento brindado por otro académico, Richard Martin, primer crítico de la versión oficial en 1970 Desde entonces el doctor Andrew Weil ha venido sustentando en repetidas oportunidades el valor terapéutico de la coca
El valor nutricional fue puesto en relieve, a su vez, por un equipo de Harvard University a mediados de los años 70 . Lejos del conocimiento de Sigmund Freud, quien prácticamente redujo la coca a la cocaína, responsable para él de todas sus virtudes, la hoja de coca destacaba, en el análisis cumplido, aparte de sus catorce alcaloides, por un alto contenido de calcio y vitaminas, especialmente A, y presencia significativa de otros valiosos micronutrientes: fósforo, hierro, magnesio, zinc, cobre, sodio.
La identificación de la coca como recurso nutricional y medicinal del patrimonio andino, viene a rectificar contundentemente la apreciación registrada por las Convenciones internacionales que la excluyen del libre mercado. Tal es el respaldo de la nueva posición andina.
Las Naciones Unidas y la coca.
Obra en manos de las Naciones Unidas, condición que ningún otro cultivo prohibido podría presentar, un expediente oficial sobre nuestra coca. Es el antes mencionado Informe de la Comisión de Estudio de las Hojas de Coca (Lake Success, 1950). Se puede aseverar y documentar debidamente que en tal Informe, sustento del fallo sobre la naturaleza del coqueo (OMS,1952-1992), se escondieron pruebas, como ha sido claramente registrado . Se omitieron, en efecto, los informes favorables previos de los médicos peruanos, a partir de la Disertación sobre el aspecto, cultivo, comercio y virtudes de la famosa planta del Perú nombrada Coca publicada en Mercurio Peruano de 1794 por el doctor Hipólito Unanue, padre de la medicina peruana . Del clásico libro Peru History of Coca, “The divine plant” of the Incas…, del historiador y médico norteamericano Golden W. Mortimer (New York, 1901) , gracias al cual quedó registrada la apreciación médica de nuestro gran recurso en el siglo XIX, sugería el autor de la Bibliografía anotada, “puede pasarse por alto” . Valgan, por notables, los dos ejemplos de ocultación de información médica, ocultación que, de por sí, podría justificar la denuncia y exigencia de rectificación correspondiente. Sólo así se logrará la reapertura del mercado mundial para el gran recurso andino, marginalizado por prejuicios, que ha de ser un aporte fundamental a la salud mundial.
A diferencia de la amapola y del cáñamo, por lo bien documentado, el caso de la hoja de coca ha de ser ejemplar para lograr el cambio del paradigma psiquiátrico de la “drogadicción” aplicado al uso de plantas medicinales acreditadas en sus respectivas tradiciones y respaldadas por la medicina experimental y naturalista del siglo XIX. En ningún otro caso de los grandes cultivos prohibidos se ha producido un cuestionamiento y cambio de perspectiva tan terminante como el dado los últimos treinta años en la región andina. Si bien es verdad que se le viene reconociendo al cáñamo virtudes medicinales, tanto en países de la Unión Europea como en América, tal como sucede con los opiaceos, cuya ampliación de su uso defiende la propìa JIFE, es poco frecuente que se repare en el obstáculo que para su libre aprovechamiento representa un juicio psiquiátrico similar al que formalmente pesa sobre el milenario coqueo andino, al descalificar su uso como “farmacodependencia” o “drogadicción”.
Inquisición del siglo XX, como bien ha sido identificada por Thomas Szasz en su Química ceremonial , la Psiquiatría en su conjunto ha sido responsable de la persecución de los nuevos “herejes”, “adictos” a las plantas. El caso de la hoja de coca es una prueba documental de lo dicho.
El próximo año se realizará la asamblea general especial de las Naciones Unidas para evaluar la década transcurrida desde que en una primera sesión (UNGASS, Nueva York, 1998) se fijaran objetivos que, se viene reconociendo, han sido contrariados por los hechos. Los responsables de la salud mundial debieran considerar la pertinencia y relevancia de la revalorización andina de la hoja de coca que ha traído la actual conciencia de nuestra gran riqueza, sustento fundamental de la identidad andina
El próximo Foro Mundial de Productores de Cultivos Declarados Ilícito que ha de realizarse el mes de diciembre en Barcelona ha de ser la oportunidad para difundir, en la Unión Europea, las evidencias que han permitido reconocer en la preciada hoja coca al “architónico del reino vegetal” del cual hizo cabal elogio el doctor Hipólito Unanue. Su industrialización ha de permitir el ordenamiento pacífico de amplias regiones que son ahora territorios de guerra.