BOLETIN ENCOD SOBRE POLITICAS DE DROGAS EN EUROPA
NR. 55 SEPTIEMBRE DE 2009
EL DEBATE SOBRE EL CANNABIS EN HOLANDA
En el momento que los medios de comunicación y los que toman las decisiones políticas se darán cuenta del impacto real de la prohibición sobre los problemas relacionados con las drogas, la supuesta legitimidad del régimen prohibicionista se desintegrará completamente. Es esta la razón por la cual Encod y otros grupos que trabajamos por la reforma de la política de drogas continuamos nuestros esfuerzos para desafiar el estatus quo, organizando conferencias y marchas, produciendo publicaciones y sitios web, asistiendo a encuentros internacionales donde hacemos preguntas críticas a aquellos que son responsables para mantener la prohibición de drogas. Aparentemente sin éxito notable, porque tanto las autoridades como los medios de comunicación continúan enfocando sobre las drogas sin ni siquiera cuestionar el hecho de que están prohibidas.
Pero el tiempo está a nuestro favor. En aquellos países donde se ha instalado una política de drogas que no esté basada en la prohibición total, la propia realidad demuestra que la única manera de avanzar es a través de un contínuo desmantelamiento de este régimen. Tal es el caso de los Países Bajos, donde la venta de pequeñas cantidades de cannabis para el uso personal en coffeeshops ha sido tolerada desde 1976. Ello significa que una generación entera ha crecido rodeada por un clima en que el acceso al cannabis para adultos ha estado relativamente normalizado. Practicamente todos los problemas con el cannabis (con respecto a la salud o la seguridad pública) pueden ser reducidos al hecho de que el cannabis sigue siendo un producto ilegal. Por ello el cultivo a gran escala y la distribución comercial fuera de los coffeeshops siguen en manos de organizaciones criminales. Esta verdad está completamente obvia para todos los trabajadores de salud, autoridades locales, políticos y hasta un importante sector de la fuerza policial. Así que uno podría esperar que el país estaría dispuesto para el próximo paso, que sería la legalización total.
El actual gobierno holandés, dominado por partidos conservadores cristianos, en alianza con personajes poderosos dentro del aparato legal, están haciendo todo para evitar que ello suceda. Utilizando todos los trucos manipuladores de la caja de herramientas prohibicionistas, han obligado a la policía a incrementar la lucha contra los pequeños cultivadores, lo que solamente ha aumentado la involucración de grupos criminales en el cultivo de cannabis. Acusan a los coffeeshops en ciudades cercanas a las fronteras junto con Bélgica y Alemania de causar molestias públicas debido a la llegada de turistas extranjeros que prefieren comprar cannabis en un ambiente seguro en lugar de en el mercado negro en sus países de orígen. Allí donde se reducen estas molestias públicas gracias a un acuerdo entre autoridades locales y los coffeeshops (tal como es el caso de Checkpoint en Terneuzen), las autoridades legales nacionales deciden cerrar el shop por tener un inventario que exceda la cantidad tolerada de 500 gramos, una cosa inevitable cuando un shop recibe miles de clientes por día. En varios municipios las autoridades han cerrado a coffeeshops por estar situados menos de 250 metros de una escuela, con el argumento de que ello sería una forma de prevenir el consumo de cannabis entre menores. Con ello ignoran completamente el hecho de que el consumo de cannabis por menores en Holanda es menor que en varios otros países donde no existen coffeeshops.
En los medios de comunicación holandeses de alguna manera se ha creado la ilusión de que las políticas tolerantes están causando problemas que en realidad son creadas por el hecho de que estas políticas no son suficientemente tolerantes todavía. Sin embargo, es difícil predecir como esta situación será resuelta finalmente. Para todo el mundo, que sea a favor o en contra del cannabis, llega a ser claro que algo deberá pasar: después de 33 años de políticas tolerantes, los holandeses deberán optar sea por una legalización sea por una prohibición completa.
Esta elección está acercándose lentamente. En los próximos meses, el parlamento holandés está por discutir una nueva propuesta del gobierno, una que estará basada sobre varios informes incluyendo el del comité de asesoramiento dirigido por Wim van de Donk, presidente el Consejo Científico para la Política Gubernamental (WRR), el más alto cuerpo de asesores en los Países Bajos. El informe, que fue presentado el primero de julio, envía muchos señales positivos sobre los fenómenos del cannabis y los coffeeshops. De acuerdo al comité, la tolerancia con respecto al cannabis no ha fracasado, al contrario: gracias a esta política el consumo de esta sustancia por adultos ha obtenido un lugar legítimo en la sociedad holandesa.
“Este consumo, y las eventuales consecuencias negativas para la salud pública relacionadas a ello, están en un nivel relativamente bajo en Holanda comparado con el de otros Estados Miembros de la UE, donde la prohibición está siendo aplicada mucho más estrictamente”, escribe el comité. “Gracias a los coffeeshops es posible de contactar e informar a los consumidores de cannabis, y ejecutar una política para evitar las molestias públicas. Por ello, una prohibición total de cannabis es indeseable, y la validez del argumento con el que algunos municipios están actualmente cerrando a coffeeshops (la distancia de 250 metros a una escuela) es dudosa”.
El comité presenta tres opciones diferentes para seguir desarrollando el modelo del coffeeshop con una solución para el actual dilema de la “puerta de atrás”, en el que el cultivo del cannabis sigue prohibido y el propietario del coffeeshop está obligado de mantener una posición esquizofrénica con una pierna en la economía legal y otra en la ilegal.
La primera opción es la legalización total: los coffeeshops se convertirían en tiendas normales, el cannabis en un producto normal que podría ser sujeta sólo a reglas específicas tales como los límites de edad. De acuerdo al comité esta opción no es deseable todavía porque “no solucionaría todos los problemas relacionados al consumo de cannabis, atraerá a turistas extranjeros y significará que los Países Bajos tendrán que denunciar los tratados de drogas de la ONU”.
Estos argumentos pueden ser neutralizados de manera relativamente fácil. Por supuesto nadie cree que la legalización va a solucionar a todos los problemas, pero es precisamente la experiencia de Holanda que ha mostrado que el acceso seguro al cannabis para adultos no provoca un incremento de problemas de salud. Tampoco provocaría un incremento en el flujo de turistas, porque la situación en la puerta de entrada no cambiaría. Sin embargo, si la oferta a los coffeeshops fuera legalizada sería más fácil de reducir las molestias públicas del truismo cannábico y de desanimar a los que cultivan únicamente para la exportación o la venta fuera de los coffeeshops. Finalmente, varios expertos legales han mostrado que la Convención Unica de la ONU deja suficiente espacio para que las autoridades nacionales elaboren su propia política con respecto al consumo de drogas. Holanda ha utilizado este márgen para introducir la política tolerante con respecto a la venta de cantidades para el consumo personal desde los años 1970. Sería un paso lógico si extendiera esta política a una legalización completa 35 años después.
Sin embargo, en el actual clima política en los Países Bajos, la legalización del mercado de cannabis sigue siendo una realidad lejana. Como en los demás países, esta propuesta más que todo provoca emociones, lo que hace imposible discutirla de forma racional.
La segunda opción es extender la tolerancia hacia la venta en coffeeshops al cultivo para estas tiendas. La sustancia misma seguiría siendo ilegal. El comité también rechaza esta opción, puesto que no pondría fin a la involucración de grupos criminales en este cultivo. Por supuesta es razonable esta observación, pero la única respuesta lógica a ella es que este problema puede ser solucionado exclusivamente aplicando la primera opción.
La tercera opción, la que aconseja el comité, es de convertir el coffeeshop en un “cannabis club” cerrado, con un suministro regulado. Los clientes deberían adherir al club, que organizaría el cultivo de las plantas y ofrecería la cosecha en el shop que solamente sería accesible a los miembros. Mientras que daríamos la bienvenida a este sistema en cualquier otro país, está claro que en Holanda significaría un paso detrás. La registración de consumidores de cannabis es una medida discriminatoria que provocaría mucha resistencia en un país en el que el cannabis ha llegado a ser una parte de la vida normal. Además, existe un serio riesgo que la situación tenebrosa en la puerta de atrás pasaría a la en la puerta de entrada también. Se podría esperar que surge un comercio extenso con los pases del club.
Después de todo, el debate sobre el cannabis en Holanda este otoño poximo promete convertirse en una experiencia interesante. Luego del informe del comité de asesoramiento será muy difícil para los conservadores de línea dura obtener el fin de la política tolerante. El gobierno holandés tendrá que mobilizar todos sus consejeros de comunicación para evitar la conclusión que la legalización es la única opción si se trata de avanzar. Probablemente, no se tomará ninguna decisión clara y el asunto se postergará hasta después de las próximas elecciones, que se celebran en 2011.
Por: Joep Oomen, con la ayuda de Peter Webster